¡Otra fecha sin jugar!

El agua, la coyuntura política, la irresponsabilidad de no pagarle a los árbitros –que naturalmente viven de su trabajo- y diversas
cuestiones atentan contra un torneo de fútbol en el que se juega poco
y que naturalmente va perdiendo cada vez más atractivo.
Cuando se juega crece el interés, se generan ingresos y la motivación
de los propios aficionados. Cuando desaparecen los estímulos hasta los
propios jugadores se alejan. Si la sana competencia puede hacer de los
clubes un oasis, la ausencia de ella los transforma en un desierto.
Necesitamos de una competencia sana y cada vez más atrayente para que
cada vez más jóvenes se sumen a ella. Lamentablemente para quienes
somos aficionados al básquetbol Dorrego se ha quedado sin básquet
competitivo y en cuanto al fútbol el torneo cae en grandes baches que
le quitan todo el encanto.
Es de suma importancia que dirigentes y clubes se profesionalicen,
establezcan sus prioridades, sus principios y valores y compartan un
visión: ¿Qué queremos para nuestros jóvenes, para nuestro club, para
nuestra liga, para nuestra región?. Y una vez que tenemos definido
“qué quéremos”, tendremos que preguntarnos el “cómo”
Cómo logramos alcanzar aquello que anhelamos. Y este camino sin duda
se hace planificando, capacitándonos y uniendo voluntades, yendo a ver
a dirigentes y profesionales que han transitado este mismo camino,
buscando su asesoramiento, aprendiendo de ellos.
Hay que cuidar como un delicado tesoro la competencia. Es altamente
necesaria porque no solo divierte sino que forma valores, nos ayuda a
desarrollar vínculos, templa nuestro carácter, nos enseña a superar
nuestros límites y a mantenernos sanos dentro del deporte. ¿Qué
pasaría sino hubiera clubes? ¿Dónde estarían nuestros jóvenes?
Necesitamos encontrar un modelo de gestión eficaz y aplicarlo.
¡Esa sí que será una gran victoria!

 Juan Ignacio Gilligan editor revista el mensajero